viernes, 8 de junio de 2007

PARTIDO TRADICIONAL O PARTIDO FRENTE




Es Inevitable la transformación del PRD

Jesús Zambrano Grijalva
Roberto Morales Noble
Mirza Molina Yerena
Miguel Montecino Montecino





El PRD requiere una profunda reforma interna; una transformación del tamaño y dimensión de sus grandes y graves problemas.

A casi 18 años de su constitución formal, el PRD se ha conformado en el principal partido de la izquierda mexicana. Sus avances son indiscutibles, al grado de haber ganado, como parte de una coalición, la presidencia de la República aunque no se haya reconocido el triunfo de AMLO.

Pero, también, en estos años se han acumulado una cantidad significativa de deficiencias, problemas y vicios, que es necesario identificar con claridad para poder resolverlos adecuada y oportunamente.

El ejercicio de autocrítica es indispensable para poder, incluso, preguntarnos si nuestros males tienen remedio; si sigue vigente el Pacto que dio origen al PRD o, de lo contrario, es necesario actualizarlo. O, si como sostienen otros compañeros, el PRD ya no dá para más y lo que se requiere es sustituirlo por uno nuevo.

Nosotros estamos convencidos de:

1. Que no podemos seguir como estamos.
2. Que es posible rescatar al PRD mediante una profunda renovación.
3. Que es necesario reformular nuestro pacto interno, replanteando conceptos teóricos y reglas de funcionamiento, para poder estar a la altura de las nuevas circunstancias del País.

¿Cuales son estos problemas, deficiencias y vicios? Nos parece que el más general es el que se refiere a la Institucionalidad del PRD.

Debemos admitir que gradualmente el PRD ha ido perdiendo su institucionalidad; las reglas internas se difuminan en el actuar cotidiano; se llega a privilegiar el acuerdo coyuntural o la fuerza de corriente en las instancias por sobre los estatutos y reglamentos; la inconformidad no siempre encuentra respuesta justa en los resolutivos partidarios y tiende a expresarse con medidas de presión; Las crisis públicas por decisiones erróneas o actuaciones zigzagueantes son cada vez más frecuentes.

El resultado de todo esto ha sido que la institucionalidad en el PRD está supeditada desde hace bastante tiempo a los acuerdos entre corrientes y líderes prominentes, lo cual se ha transminado a lo largo y ancho del partido: consejos, comités ejecutivos, órganos electorales internos, comisiones de garantías y vigilancia, en fin a todas las instancias del partido.

La convivencia interna es cada vez más difícil, la toma de decisiones más pragmática, pero lo que es peor, se está poniendo en riesgo el proyecto de nación que dio origen al PRD.

Por eso sostenemos que es ya impostergable hacernos responsables de esta situación, para que tomemos medidas urgentes y en profundidad, no juguemos al “gatopardismo”, ubiquemos claramente y sin cortapisas qué está sucediendo en cada uno de los ámbitos partidarios, encontremos la mejor solución de acuerdo a nuestra realidad interna, para que nos comprometamos con reglas transparentes, justas y equitativas.

Esta ausencia de vida institucional, concebida en su fundación para un partido que no es el que hoy tenemos, permea el conjunto de los asuntos de la vida cotidiana del PRD.

Veamos a grosso modo cuales son:

I. Legalidad interna
II. Sistema electoral interno
III. Comités del partido
IV. Relación del partido con sus gobernantes y legisladores
V. Formación política
VI. Relación del partido con la intelectualidad democrática
VII. Relación del partido con los organismos sociales y civiles
VIII. Relaciones internacionales
IX. El papel de las corrientes


I. Legalidad interna

Actualmente en el Partido existen Comisiones de Garantías y Vigilancia desprestigiadas y sin credibilidad. Esto se debe a varios elementos, siendo los principales que sus miembros son elegidos por cuotas de grupo y no por capacidad o nivel técnico, por ende estas comisiones dejan de ser un ente coadyuvante en definiciones partidarias y se constituye en un dictaminador de acuerdos entre las corrientes o de cobro de facturas políticas entre ellas.

Un partido serio y responsable, que se dispone a constituirse en el arquitecto y móvil del cambio social, no puede ni debe pretender luchar por la legalidad afuera de él, es decir en la vida cotidiana del país, cuando vulnera la misma en lo interno. Es preciso decir que esto no sólo es una cuestión de congruencia ética sino, un símbolo inequívoco de credibilidad.

Por ende la constante frente a la población debe ser nuestra congruencia y nuestra ética, ya que estos dos elementos van en todos los terrenos de la mano.

Las instancias de organización y disciplina que nos demos al interior del partido (ejemplo Comisión de Garantías y Vigilancia) deben tener repercusión en los órganos dirigentes, independientemente de actuar con honestidad, profesionalismo, transparencia y ética. No podemos continuar con las rémoras actuales de remedo de investigación, legalidad y justicia interna, que no son otra cosa que vendetas al más puro estilo de las mafias sicilianas.

De igual forma no se puede seguir tolerando que mientras denunciamos y combatimos la impunidad de los actos de corrupción de otros partidos (principalmente PRI y PAN), nosotros actuemos con ambigüedad y contradictoriamente disimulemos y encubramos esos mismos actos cuando se trata de miembros del propio partido o de una de las corrientes, tanto a nivel interno, de igual manera que en el gobierno. (como dice el dicho popular “luz de la calle…”).


II. Sistema electoral interno

Nuestro sistema electoral tiene un balance netamente negativo para el partido. Se buscó el sistema de elección universal para dar ejemplo de democracia ante los métodos discrecionales o elitistas de los otros partidos y a fin de ser congruentes con los principios del PRD. Sin embargo, muy alejado de estos objetivos, han aparecido comportamientos perniciosos, entre los que destacan los siguientes:

Se ha reforzado el manejo clientelar, ya que los candidatos y/o corrientes en su afán de obtener votos recurren a los viejos métodos priístas de condicionar la gestión o a la humillante distribución de despensas y materiales de construcción.

De manera similar a lo que se hacía en el antiguo régimen, en muchas ocasiones los gobiernos perredistas hacen uso del presupuesto gubernamental para apoyar candidatos por fuera de la normatividad del gobierno y del partido, excluyendo además en su actuar institucional a los posibles contendientes internos.

El acarreo, robo de urnas, recorte en el padrón, intimidación de votantes y muchas más trampas electorales son recurrentes en nuestras elecciones internas. De hecho este tipo de procesos han sido una buena escuela para los cuadros electorales del PRD, pero por desgracia parte de esa preparación incluye estas materias, lo que deteriora en la práctica su formación política.

Especial impacto negativo se tiene en el padrón de militantes, ya que, al ser el instrumento base para la definición de las elecciones, continuamente se “infla” con simpatizantes irreales. A pesar de costosas campañas de reformulación del padrón, los intereses de grupos y corrientes evita que tengamos un censo real de nuestros militantes y por lo tanto hacemos inservible una herramienta que podría ser muy útil para otras actividades relevantes del PRD.

En las campañas internas se privilegia la mercadotecnia electoral sustituyendo la discusión política, las plataformas son generales, con pocos compromisos concretos hacía la ciudadanía, más bien son sustituidos por acuerdos con líderes que pueden asegurar votación corporativizada.

El costo en tiempo y recursos es muy alto para el partido, así como en publicidad negativa cuando se ventilan los vicios arriba enunciados. Además, dichos procedimientos también demandan gran cantidad de recursos a los precandidatos, por lo que en muchas ocasiones recurren a acuerdos que comprometen la acción institucional futura del precandidato.

Los órganos electorales internos tienen en el papel autonomía con respecto a las direcciones, pero en la realidad están supeditados por la vía económica y sus integrantes tienden a fungir como representantes de corriente.

Para evitar los males de la elección universal, las direcciones recurren en ocasiones a la designación directa, basada en encuestas o acuerdos políticos. Sin embargo tampoco esto ha resultado realmente efectivo.

Por un lado, los acuerdos han tendido a ser cupulares, sin una fundamentación política suficiente y sin lograr un real convencimiento en la base militante. De hecho hasta el método de encuestas ha quedado despretigiado por la manipulación que se ha hecho de ellas.

Por otro, se han priorizado pragmáticamente candidatos, especialmente los externos, que pueden atraer votación pero cuya trayectoria política no siempre compagina con principios democráticos básicos, y luego, en no pocas ocasiones, su actuación pública en los cargos corrobora esa trayectoria.

El procedimiento de elección universal para todos los cargos es el mejor, el más justo y democrático pero las condiciones actuales lo hacen impracticable si se desea realizar a semejanza de una elección constitucional.


III. Comités del partido

Desde la formación del Partido de la Revolución Democrática se han dado una serie de fallas en la elección y conformación de los comités del partido y eso ha influido en la vida interna del organismo. La falta de voluntad política, la dinámica de las corrientes y la incapacidad para establecer acuerdos en los territorios han mantenido inmóviles a los comités en todos sus niveles.

Esa parálisis no permite tener una capacidad de respuesta de forma inmediata y mucho menos efectiva, la mayor parte de los pronunciamientos sobre acontecimientos contemporáneos, suenan vacíos y contestatarios.

A eso le sumamos la constante lucha por los espacios directivos y en los órganos de gobierno del partido, que poco o nada ayudan al enriquecimiento del debate o de la propuesta política. Las prácticas que se realizan al interior de los comités, tienen como fin asumir el poder, única y exclusivamente con la idea de llegar a “obtener” una candidatura para un cargo de elección popular.

Esta dinámica nos deja fuera de lo sustancialmente importante que son: la elaboración de la agenda política y su programa de trabajo. A eso le sumamos la burocratización de los órganos ejecutivos y nos da como resultado la inacción del Partido.

La toma de decisiones unilaterales aleja aún más a los militantes y simpatizantes del partido restando la posibilidad de participar en serio dentro del mismo. Los órganos ejecutivos y de gobierno del partido se vuelven cotos de poder de unos cuantos, desalentando la participación de más actores políticos, dando como resultado una asfixiante relación interna, que lleva al desgaste de los integrantes de los comités, dejándolos sin posibilidad de relaciones hacia el exterior del partido.

Por eso, aunque haya comités ejecutivos, pasan inadvertidos por el grueso de la población y sólo se vuelven visibles durante los procesos electorales internos y los constitucionales, por la carga propagandística que se genera en las calles y no por las ideas o compromisos de los candidatos, de todos modos el mensaje político sigue prácticamente ausente.

En otros casos, el partido es prácticamente inexiste y requerimos resolver de forma inmediata la ausencia de dirección sobre todo en estados en donde históricamente no hay comités municipales, y la responsabilidad del municipio recae sobre los órganos estatales, incrementando el desorden del partido por la ausencia de militancia y simpatizantes.

Hasta el momento no se cuenta con mecanismos de evaluación que indiquen el desempeño de los comités ejecutivos y sus integrantes, que nos permita conocer la eficacia del partido, y si en realidad cuentan con una la línea de trabajo, cuál es el uso y destino de los recursos asignados y si responden a las necesidades del momento.


IV. Relación del partido con sus gobernantes y legisladores

El objetivo fundamental del PRD es lograr una transformación del país, más justa, más libre, pero los gobiernos del PRD han avanzado poco en esta dirección. Hay diversos factores que lo explican: inexperiencia, limitaciones económicas y legales, aunque también debemos aceptar que en ocasiones reproducen las prácticas de más de 70 años de priísmo. En esto último el partido ha tenido poca influencia y por lo tanto la mayor de las responsabilidades.

Las plataformas políticas planteadas por los candidatos del partido tienden a ser muy generales y con pocos compromisos concretos, por lo que las políticas públicas que se aplican se vuelven pragmáticas, guiadas por grupos de interés y en beneficio de unos cuantos.

Las prácticas de corrupción, tráfico de influencias, gestoría de funcionarios, burocratismo, manejo discrecional del presupuesto, patrimonialismo y muchas otras actuaciones perniciosas continúan existiendo. Además la selección de cuadros, evaluación y promoción de funcionarios no se hace de acuerdo a trayectoria o conocimientos, en realidad influye más el amiguismo, parentesco o pertenencia a grupos de interés.

Temas claves para un proyecto de izquierda como son la transparencia, rendición de cuentas y participación ciudadana se realizan, en gran cantidad de casos, de manera simulada y simbólica. En otros, como en desarrollo social, infraestructura urbana y comercio se impulsa el clientelismo. Incluso, existen actuaciones que se acercan más al ideario de derecha, especialmente en lo que a seguridad pública se refiere.

Además, los funcionarios en el gobierno tienden a actuar como dinastías en el poder; a la cabeza en turno se le crea un aura de líder todopoderoso, no existe la crítica política interna ni la evaluación real de logros; con acciones de gobierno se preparan e impulsan sucesores para el puesto, de hecho las disputas en los equipos de gobierno se dan por este hecho o intereses particulares y no por visiones políticas; con los adversarios partidistas y externos no hay discusión política tampoco, se les copta o se les aisla.

En el ámbito legislativo tenemos problemas similares en cuanto a la selección de cuadros y su actuación. En ese ámbito, llegamos a tener comportamientos extremos en donde nuestros legisladores priorizan la gestión para sí y para su grupo de interés así como para catapultarse a otro puesto; también se dan casos en donde su actuación, especialmente en las votaciones, está regida por la línea de su jefe político o incluso, en algunos estados, siguiendo acuerdos con dirigentes de otros partidos que involucran prebendas personales. El impulso a leyes de avanzada es más un esfuerzo individual que un trabajo de fracción parlamentaria, en donde además se descuidan los efectos ulteriores: reglamentación, capacidad de aplicación por el ejecutivo, monitoreo de impacto en la población, etc.

Ante esto el partido no tiene mecanismos de selección, seguimiento y evaluación que certifiquen el cumplimiento de los principios del PRD; por el contrario designa candidatos con procesos poco escrupulosos como ya se vio; no mantiene una discusión periódica y de carácter político con los funcionarios perredistas; no corrige realmente y en profundidad las acciones perniciosas; tampoco se preocupa por la formación ideológica y en temas de administración pública de sus representantes.


V. Formación política

Una de las mejores y más redituables tradiciones históricas de las organizaciones de izquierda, ha sido la atención a la formación, a la educación y al desarrollo político de sus militantes. Sin embargo, en el PRD, esto ha sido dejado de lado en aras del pragmatismo, fundamentalmente debido al acomodo electoral, a grado tal que puede afirmarse que no contamos con una política consistente de formación.

A medida que el partido crece y llega a ser gobierno en distintos lugares, la tentación pragmática crece, pero también aquella formación se hace más perentoria y su ausencia más peligrosa. Sin ella, sin atenderla como es debido y sin destinar los recursos para ello, el partido seguirá viéndose condenado a recurrir a “cuadros prestados” para ocupar cargos de elección popular.

No es garantía de futuro político, la improvisación y el aprendizaje que en estos casi 10 años se han mostrado en el ejercicio de gobierno. Esto se ejemplifica claramente y con mayor desmedro en los gobiernos delegacionales y municipales en donde, por el hecho de durar tres años, el desempeño es deplorable (El primer año aprendimos, el segundo sabemos y el tercero nos vamos. Síntesis; gobernamos un solo año), todo esto nos da como resultado un mal gobierno para la población.


VI. Relación del partido con la intelectualidad democrática

En la conformación del Partido de la Revolución Democrática y desde antes de su constitución, había un núcleo de intelectuales que formaron parte de ese ejercicio. Sin embargo esa relación se ha ido modificando en el transcurso del tiempo, la mayor parte de ese núcleo se alejo del partido, primero, porque no estaban de acuerdo con su pragmatismo y la toma de decisiones en relación a las candidaturas.

Se sumó también la falta de opinión de los órganos directivos sobre temas de envergadura, sin que mediara tampoco la crítica y la autocrítica, que permitiera avanzar en la vida orgánica del partido. Ni siquiera existía la posibilidad de hacer evaluaciones sistemáticas sobre los errores cometidos en los procesos electorales posteriores a 1988.

Los intelectuales han constituido sin lugar a dudas un eje fundamental en la crítica del partido y en la conformación del partido

Es así que el partido se enfrenta a una realidad insoslayable, la falta de militancia dedicada a los análisis políticos, sociales y tecnológicos, sin que medie la suspicacia por críticas al partido y sus dirigentes; la idea de que la dirección es infalible ha permeado en la relación que mantiene ese sector, sin duda necesario para la construcción y evaluación del propio partido, en aras de una transformación hacia una izquierda moderna; en todo caso hacia donde apuntan los temas de mayor relevancia y que requieren de los análisis prospectivos de este sector tan necesario.


VII. Relación del partido con los organismos sociales y civiles

No podríamos entender una parte de la historia del PRD, la que dio origen de manera sustantiva a ese organismo político, si no conocemos algunos de los movimientos sociales más importantes del siglo pasado.

Aquí empezaríamos incluso por reivindicar la lucha clandestina de los partidos políticos ligados a la izquierda, así como de forma paralela la lucha de las organizaciones sociales y civiles en los acontecimientos más relevantes de la lucha social; el movimiento de los ferrocarrileros, por la justicia laboral y salarial; el movimiento mundial de los estudiantes y particularmente el de octubre de 1968 en México, así llegamos a la gran organización ciudadana que se dio a partir del sismo de 1985, que no sólo aceleró un proceso de organización muy interesante, sino que sembró parte de la estructura del Frente Democrático Nacional, que se conformó en 1988.

Los ciudadanos más organizados y articulados en ese movimiento permitieron acrecentar el capital político, muy importante en la construcción del PRD. Sin embargo, el partido y particularmente la dirigencia, dejaron de interesarse, como en muchos otros sectores, de ese gran conjunto de actores.

El movimiento social de mayor envergadura se desarrolla en la Ciudad de México, particularmente por las características que en ella se dan, el centro de operación política, el lugar en donde se ubican físicamente los poderes de la Nación, etc. Y eso explica también el por qué del desmantelamiento de ese movimiento.

En 1997, con el triunfo del PRD en la Ciudad de México, la mayor parte de los líderes de las organizaciones sociales se desplazan, hacia el gobierno capitalino para asumir cargos administrativos, y eso da como resultado una desarticulación de facto en el movimiento social. Las organizaciones no se habían preparado para destinar en otras ocupaciones a sus líderes, por lo tanto no contaban con los recambios necesarios para mantener la función propia de la organización social.

Este es el peor momento de las organizaciones sociales, el movimiento social se paraliza y el desmantelamiento se nota en el ánimo de las movilizaciones ¿para qué movilizarse ante nuestro propio gobierno? aunque algunas de sus políticas sean equivocadas.

Desde entonces el partido no ha sabido cómo involucrarse y reaccionar, de manera ágil y certera, ante situaciones coyunturales en este campo, por mencionar algunas: el caso del la UNAM y el CGH, el caso de Oaxaca y, sin lugar a dudas, el más reciente y de gran impacto social: el incremento en los productos de la canasta básica y particularmente en el precio de la tortilla.

Eso nos lleva ha hacer la reflexión: ¿quiénes encabezan en este momento ese movimiento social? ¿cómo el partido debe incorporarse a esa gran movilización?, considerando que la iniciativa no ha partido de la Dirigencia.

Cabe aclarar que la propuesta es la movilización, lo cual se tiene que traducir en acciones concretas, no necesariamente con la toma de edificios públicos o cierre de carreteras, sino cómo incorporamos al grueso de esa población, organizada en demandas específicas y coyunturales, avanzando en acciones políticas y de gobierno de largo plazo, para beneficio de las mayorías.


VIII. Relaciones internacionales

Las relaciones internacionales se han convertido en hablar común en este mundo globalizado. Sin embargo, más allá del discurso, el partido parece ajeno a esa realidad reconocida sólo en la teoría, de hecho se han descuidado las relaciones con organizaciones e instituciones afines en otras partes del mundo.

No se trata de establecer tan solo relaciones protocolarias y de asistir de vez en cuando a eventos organizados en otros países, sino de establecer sólidos vínculos institucionales, que involucren el intercambio de experiencias políticas y de gobierno, así como los eventuales apoyos entre las partes e incluso en la formación de sus militantes.

Hoy por hoy las relaciones internacionales son manejadas en compás de los viajes que se realizan al extranjero. Siendo que lo principal es el intercambio y las relaciones políticas, ideológicas, culturales, etc, cuestiones que van más allá de un mero paseo turístico.


IX. El papel de las corrientes

Como hemos podido ver a lo largo de este documento, las corrientes dentro del partido en muchos casos han servido como instrumentos de presión para obtener espacios en el partido o en el gobierno, actuando más como grupos de interés que como corrientes de pensamiento ideológico, en detrimento del avance del PRD y de su Proyecto de Nación.

La mayor parte del tiempo las corrientes se la pasan mirando hacia adentro, enfrascadas en la consecución de sus objetivos particulares y entablando permanentes luchas con sus adversarios internos, pero en ello pierden de vista su función dentro de una estructura mayor que es el partido, organismo que hoy tiene la posibilidad de influir de manera determinante en el rumbo del país e incluso de tener la rectoría del mismo.

Sin embargo, tampoco es posible ni deseable negar la realidad interna. El PRD desde su primer momento de unificación, así como en las ulteriores etapas de su vida, ha aglutinado diversas organizaciones políticas, sociales, civiles, coaliciones, frentes; así como variadas afinidades políticas: de izquierda, socialistas, comunistas, nacionalistas, demócratas, ciudadanas. Esto le da una rica diversidad que no debe perderse y justifica la validez de variadas formas de pensamiento.

En conclusión: en los hechos, las autodenominadas “corrientes” han venido actuando más como “minipartidos” o “cuasipartidos”, confederados en el gran partido nacional que es el PRD, más no como corrientes de pensamiento ideológico.

¿Que hacer ante esta situación que vive el PRD?

A nuestro parecer, sólo una de dos: 1) buscamos que haya un compromiso real, para que actuemos verdaderamente como corrientes de opinión dentro de un partido unificado; o 2) avanzamos en la conformación de un “partido-frente”, que incorpore en su accionar cotidiano el funcionamiento de varios “minipartidos”, con reglas generales que permitan la convivencia civilizada de todos sus integrantes.

Para cualquiera de esas decisiones se requiere, en primerísimo lugar, un pacto político sólido que, desde el interior del Partido, impulse la discusión y la acción política efectiva, asegure la legalidad e institucionalidad interna y facilite la funcionalidad partidaria.

La condición indispensable es la voluntad de las cabezas de corriente y figuras prominentes del PRD, como garantes del pacto, asegurándose de hacerlo cumplir a la dirigencia media y a la militancia de sus grupos.

Esto no obviaría en modo alguno salvaguardar y respetar la decisión de no pertenecer a corriente alguna, ya sea en lo personal o en lo colectivo, asegurando el derecho de opinión así como la posibilidad de participar en puestos de dirección partidaria o de elección popular.

¿Cuales serían, entonces, las reglas básicas de funcionamiento de un partido, en cualquiera de esas modalidades?

Adelantamos algunas propuestas, como piso mínimo para iniciar la discusión:

En el caso de un partido unificado es necesario realizar una reforma en profundidad de nuestros principios, estatutos y reglamentos, de acuerdo a los resultados de la discusión política y al pacto que resulte de ella. Nos daremos un nuevo marco institucional más acorde a nuestra realidad pero cuyo funcionamiento dependerá del compromiso real de las expresiones.

De manera similar se debe actuar en el caso del partido-frente, aunque los documentos básicos tenderán a ser más generales, a fin de dar cabida y al mismo tiempo flexibilidad de acción a las diferentes expresiones. No obstante, será necesario que cada organización formule explícitamente y registre ante el frente sus plataformas políticas, su estructura, órganos de dirección, procedimientos de financiamiento, etc.

De manera específica, también podemos explorar las propuestas de avance en uno y otro sentido:


I. Legalidad interna

En ambas alternativas, la legalidad interna es un asunto clave que permitirá la convivencia entre grupos, por lo que para ambas se propone:

1. Debemos actuar congruentemente, es decir, no podemos tolerar la corrupción ni la injusticia, sea quien sea y venga de donde venga.
2. Los miembros de nuestro partido, deben atender las directrices y los alcances de las diferentes comisiones de garantías y vigilancia, no importando su posición.
3. En este momento las comisiones de garantías y vigilancia deben convertirse en entes técnico-legales de apoyo a la Dirección Nacional, la cual caracterizará la legalidad interna del partido mediante el acuerdo político de los dirigentes y corrientes.

Además, en el caso de partido-frente, cada expresión podrá darse a lo interno los códigos de conducta que considere necesario, así como las estructuras para sancionarlo, siempre y cuando no sean contradictorios con los lineamientos generales del Partido.


II. Sistema electoral interno

De manera similar, los procesos internos deberán guiarse con reglas mínimas aplicables a las dos alternativas:

1. Cuidar de inmediato que nuestros procesos internos sean transparentes y legítimos, pero además sean acatados por la militancia. De inicio la mayor responsabilidad la tendrán la dirigencia nacional y las cabezas de corriente, quienes deben cumplir y hacer cumplir las reglas establecidas, por lo que el CEN deberá hacerse cargo y responsabilizarse del resultado de los procesos internos, mediante estrictos mecanismos institucionales de vigilancia.
2. Los elecciones internas deben convertirse en acciones públicas en favor del PRD en su conjunto; por lo que se cuidará que las campañas se centren en la discusión y la oferta política; se demandarán plataformas de campaña concretas; se impulsarán debates y en general actos conjuntos de los aspirantes. De hecho, estas acciones deben conllevar mayor peso que la votación misma, la cual incluso se puede restringir a asambleas tipo municipales, que facilitarán la vigilancia del partido y entre los competidores.
3. Garantizar equidad entre los contendientes; para ello el partido controlará los elementos claves del proceso, como son los actos de campaña, propaganda y translado de votantes. Estas acciones se realizarán de acuerdo a la capacidad económica del partido, en todo caso la limitación también será equitativa. Asimismo los tiempos de los procesos internos deben ser lo más corto posible.
4. Desterrar de manera tajante los vicios y acciones antidemocráticas. La entrega de bienes por parte de los precandidatos, voto corporativizado, actos violentos, etc serán severa e inmediatamente penados.
5. Fomentar la formación política orientada a desterrar las herencias nocivas del priísmo; lo cual tendrá especial intensidad durante cada uno de los procesos internos utilizando como marco los actos de campaña.
6. Preparar y llevar a cabo los procesos internos de manera profesional y con sensibilidad política. En apoyo a la responsabilidad del CEN, se conformará un grupo de militantes comprometidos con el acuerdo democrático, que cuenten con habilidades políticas, electorales, de negociación y con sólida formación, quienes serán periódicamente evaluados de acuerdo a sus resultados. En consecuencia, los órganos electorales deberán convertirse en comisiones técnicas de apoyo; en todo caso y de acuerdo al avance realmente democrático de los procesos internos se podrá repensar sobre la necesidad de su autonomía.
7. Las elecciones internas deben servir como termómetro del grado de participación real de la militancia. Esto se verá reflejado en los actos institucionales de campaña pero sobre todo en el padrón, ya que es conveniente que el día de la elección, el votante sea afiliado al partido por el simple hecho de votar con su credencial de elector y desafiliado después de un número de no participaciones, con ello el padrón se mantiene actualizado y de utilidad para los procesos constitucionales.
8. El elemento objetivo, para medir la fuerza del PRD en una zona, es el resultado de la última elección constitucional, por lo tanto será la guía para que el partido prepare los detalles operativos en sus procesos internos, tales como: actos de campaña conjunta, distribución de propaganda y, especialmente, el lugar de la asamblea electiva.
9. La dirigencia debe convencer de sus actos, por lo tanto, cuando decida realizar designaciones directas, se impondrá como tarea prioritaría recorrer las regiones afectadas, para convencer previamente a la militancia. Es deseable que este tipo de selección sea excepcional y no rutinario.

Los procedimientos para seleccionar los representantes a contender por cada una de las expresiones, en el caso de la alternativa de frente político, la decidirá cada organización.


III. Comités del partido

En este tema la opción por la cual nos decidamos, influye de manera determinante en la conformación de la estructura partidaria. Para el caso de partido unificado requerimos:

1. Asumir una evaluación muy crítica en las prácticas de los órganos de dirección.
2. Tener una radiografía en dónde no existen comités municipales, a fin de promover alternativas de conducción, para eso se propone la conformación de consejos de carácter ciudadano. Más aún, habría que plantearlo como una necesidad en todos los niveles ejecutivos, lo que permitiría darle nuevos aires al partido.
3. Convencer a la militancia de que el Partido es un instrumento de transformación social y no un medio para el beneficio personal, inculcando el grado de responsabilidad que conlleva arribar a cargos de dirección partidaria.
4. En el caso de abusos de poder o de mala administración de los recursos partidarios, se requieren mecanismos expeditos para aplicar la revocación del mandato y, en su caso, fincar las sanciones correspondientes.

En la opción partido-frente se recuperaría el espíritu de lo arriba enunciado, pero además sería necesario que:

1. Los comités directivos del partido, de manera obligatoria, tendrían que incorporar representantes de las diferentes expresiones frentistas, en donde el grado de influencia sobre la toma de decisiones, de cada una de las expresiones, dependería de la fuerza demostrada en el ámbito territorial correspondiente.
2. Sin embargo, la discusión política y la búsqueda de consensos tienen que prevalecer en la dinámica interna, por sobre la votación mecánica de propuestas.
3. Se establecerían comités directivos necesariamente a nivel nacional y estatal, pero en el caso municipal dependerían de la presencia de las expresiones.
4. Los comités de base serían por expresión y no partidarios. Por lo que, los comités directivos definirían planes de acción, pero el trabajo territorial sería responsabilidad de cada organización.


IV. Relación del partido con sus gobernantes y legisladores

En cualquiera de los casos, debe haber una exigencia clara a la actuación de todos los militantes del partido, cuando accedan al gobierno o a las cámaras:

1. La formación ideológica y técnica-administrativa de los cuadros destinados al gobierno debe fortalecerse, convirtiéndose en obligatoria para todos aquellos militantes que aspiren a acceder y/o actúen en puestos de gobierno.
2. La discusión política periódica, con carácter evaluativo, entre los cuadros en el gobierno y las direcciones políticas debe convertirse en una exigencia.
3. De acuerdo a una evaluación política clara y pública, los cuadros en el gobierno pueden ser promocionados para nuevos encargos o ser sancionados ante actitudes perniciosas.

Asimismo, se proponen 6 ejes de gobierno que cubren la actuación mínima de un gobierno de izquierda, lo cual puede servir de base para la evaluación:

A. Participación Ciudadana.- Las políticas públicas de los gobiernos del PRD deben involucrar a la ciudadanía, impulsar su organización autónoma, capacitarla en los temas de la administración pública, facilitar la evaluación de las acciones gubernamentales y permitir la incidencia en la toma de decisiones.
B. Transparencia.- Se debe ir más allá de lo que marcan las leyes en este momento, al menos se debe publicar trimestralmente el presupuesto asignado, el programado y el ejercido, detallando las acciones realizadas con él.
C. Rendición de cuentas.- A principio de año los funcionarios perredistas publicarán las acciones a realizar, detallándolas; durante el transcurso del año facilitarán el monitoreo de dichas acciones por parte de la ciudadanía y al finalizar el lapso se confrontará públicamente lo planeado con lo realizado.
D. Normatividad.- Las leyes impulsadas por nuestros cuadros legislativos, serán sometidas a un proceso de evaluación de impacto: se cuidará su reglamentación, se monitoreará su aplicación en el nivel ejecutivo y judicial, se involucrará a la ciudadanía en los efectos que producen y se ajustarán dichas leyes de acuerdo a la evaluación.
E. Administración profesional y honesta.- En los gobiernos emanados del PRD, se fundamentará públicamente la selección de los funcionarios; se actuará en consecuencia con respecto a los resultados de la rendición de cuentas; se establecerán mecanismos internos claros de evaluación y capacitación; se erradicarán de manera tajante los vicios heredados del priísmo; se impulsará el Servicio Profesional de Carrera.
F. Convencimiento ideológico.- Los gobiernos perredistas no sólo se limitarán a administrar bien y honestamente, también enmarcarán sus propuestas, logros y avances en la discusión ideológica con los diferentes sectores de la sociedad, sin limitarse al terreno propagandístico, más bien buscando mostrar y convencer sobre las bondades del proyecto de izquierda para la sociedad.


V. Formación política

Para el caso del partido unificado se propone:

1. El trabajo en territorio es fundamental para un partido de izquierda, por lo que se debe brindar, a todos y cada uno de los militantes del partido, información relativa a la coyuntura actual, la fundamentación de los resolutivos partidarios, análisis políticos, elementos de discusión ideológica y los concernientes a políticas de públicas. Para ello se fomentará la discusión política periódica en los comités de base.
2. En este momento la erradicación de los vicios heredados del priísmo, debe ser uno de los objetivos primordiales en las actividades de formación del partido, por lo que todas las acciones partidarias deben manejar explícitamente está lucha: campañas electorales internas y externas, espacios de discusión en los comités de base, políticas públicas de los gobiernos perredistas, etc.
3. Se fortalecerán las escuelas de cuadros del partido, centrándose en la discusión ideológica y en el desarrollo de políticas públicas desde un proyecto de izquierda; abarcarán además los temas más sensibles para la población: modelos económicos, estudios de género, desarrollo sustentable, administración pública, etc.
4. La oferta de las escuelas debe acercarse, primordialmente, a la dirigencia media y a la militancia en general, para lo cual es indispensable diseñar cursos de fácil acceso para los militantes no profesionales: trabajadores, estudiantes, amas de casa.
5. Se deben recuperar experiencias exitosas de la izquierda, nacional e internacional, desde los diferentes ámbitos: organización social, sindicalismo, gobierno; con el fin de transmitirlas a nuestros compañeros como una herramienta de apoyo para su trabajo político.
6. Se cuidará que los coloquios, conferencias y eventos similares no sólo sirvan para la discusión del momento, además se deben obtener productos de utilidad para la militancia, por lo que la sistematización, reproducción y difusión serán actividades inherentes a dichos eventos.

En el caso del partido-frente, cada expresión se hará responsable de la formación de sus militantes, con excepción de los cuadros a promover hacia el gobierno y las cámaras, ya que en este caso, el partido debe diseñar una política de formación específica.


VI. Relación del partido con la intelectualidad democrática

Para el partido unificado:

1. Se necesita una nueva interlocución, una oferta de acercamiento más estrecha, es decir, ir reconociendo que el Partido de la Revolución Democrática es un organismo compuesto de muchos sectores, en donde el intelectual y el de los investigadores es fundamental para una construcción más enriquecedora, por lo que ellos son capaces de aportar en el quehacer político cotidiano y de largo plazo.
2. Las instancias de formación del partido deberán involucrar, en lo posible, a esta intelectualidad en los espacios de formación de militantes, así sea de manera puntual.
3. Las direcciones mantendrán encuentros con este sector de forma periódica, a fin de establecer una discusión política que enriquezca su toma de decisiones.

Para el partido-frente cada expresión definirá la relación que más convenga, aunque es deseable impulsar el punto tercero para las direcciones colegiadas.


VII. Relación del partido con los organismos sociales y civiles

Para el partido unificado:

1. Realizar un diagnóstico de cuáles y en dónde se encuentran las organizaciones sociales, vinculadas a la izquierda en este momento,
2. Reconocer la existencia de otras organizaciones sociales, que no necesariamente estén vinculadas a la izquierda, pero que son actores relevantes en el quehacer cotidiano.
3. Conocer las necesidades y dinámicas de sus demandas, para establecer estrategias diferenciadas que nos permitan acercarnos a ellas, aspirando a establecer alianzas de beneficio y apoyo mutuo.
4. Contar con un equipo operativo que sirva como enlace entre las organizaciones sociales y la dirección del partido, de manera profesional y transparente.
5. Hacer énfasis en la necesidad de incidir activamente en el proceso de recomposición del movimiento social que está en curso, después del derrumbe relativo del esquema corporativo priísta.

En este rubro, las direcciones colegiadas del partido-frente definirán coyunturalmente sus acciones específicas, aunque cada expresión podrá fortalecer su relación en este ámbito, cuidando no contraponerse a las definiciones colectivas.


VIII. Relaciones internacionales

Para el partido unificado:

1. La constante retroalimentación de la información, respecto a nuestra política y acontecimientos nacionales, es elemental en las relaciones de nuestro partido con Europa, América Latina y el resto del mundo. Nuestros amigos y camaradas deben constituirse en interlocutores válidos y defensores legítimos de los avances democráticos en México.
2. Las instancias de formación política buscarán activamente conocer, de manera detallada, las experiencias exitosas de la izquierda a nivel internacional. Además, promoverán la presencia de exponentes del pensamiento de izquierda, a fin de fomentar la discusión ideológica.
3. Se sistematizará el intercambio de cuadros partidistas con organizaciones hermanas en el mundo, especialmente con las de América Latina. Los cuadros perredistas al regresar estarán obligados a integrarse a los esquemas de formación política, a fin de difundir lo aprendido.
4. La dirección nacional debe lanzar una campaña de posicionamiento, destinada a las principales organizaciones internacionales de izquierda.

En el partido-frente, cada expresión se relacionará internacionalmente de acuerdo a su interés y capacidad, mientras que la dirección colegiada definira las líneas generales en este tema.

Estos son, a nuestro juicio, los grandes asuntos que no podemos ni debemos soslayar. Cualquiera que sea la vertiente de solución por la que optemos, la reforma profunda del PRD es necesaria, urgente e impostergable.
Las reglas que decidamos asumir deberán ser válidas y obligatorias para todos los militantes, desde el más sencillo hasta el más influyente de ellos.
Para grandes males, grandes remedios.

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